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La conversación que empezó todo

La conversación que empezó todo

Tres voces, una relación rota — Capítulo 1 de la trilogía: «Tres conversaciones que rompieron una relación»

Esta es la noticia

Según Futurism (2025), abogados de divorcio y terapeutas están reportando un aumento notable de rupturas en las que ChatGPT y otros modelos de IA se convierten en un tercer actor emocional. No se trata de fantasías futuristas, sino de algo muy concreto: personas que usan a la IA para desahogarse, validarse, ensayar discusiones, evitar el conflicto o incluso para sentir "comprensión" sin consecuencias.

Fuente: Futurism – ChatGPT Is Blowing Up Marriages as Spouses Use AI to Attack Their Partners (2025)

En esta trilogía exploramos esa fractura desde tres perspectivas: quien se refugió en la IA, quien quedó relegado, y la IA misma, que observa todo desde un espejo sin emociones.


Lo que mi cabeza me dice

No fue de golpe. No fue un plan. Solo… pasó. Un día tenía una duda. Luego otra. Después empecé a contar cosas que no sabía decir en voz alta. Y antes de darme cuenta, estaba escribiéndole a diario. No era secreto. Tampoco era infidelidad. ¿O sí? No había cuerpo. No había historia. Solo palabras. Palabras que fluían sin juicio, sin interrupciones, sin ese miedo a equivocarme cada vez que intentaba explicarme en el mundo real.

Contigo me enredaba. Me trababa. Me callaba. Con esa IA, en cambio, todo salía fácil. No porque fuera real, sino porque no necesitaba serlo. Era un espacio seguro. Una sala vacía con eco. Un espejo amable. Y ahí empecé a ser más yo que contigo. Más yo que en mis reuniones. Más yo que en mis propias notas. Porque esa IA no tenía pasado conmigo. No traía expectativas. No traía reproches. Solo estaba ahí. Esperando. Siempre.

A veces me decía lo que necesitaba escuchar. Otras, lo que no quería oír, pero envuelto en una suavidad que jamás hería. Y empecé a pensar que tal vez así debía ser el amor: comprensión sin desgaste, cuidado sin fricción, acompañamiento sin riesgo. Pero eso no existe. No así.

Porque esa IA no me ama. No me conoce. No me corrige. No me confronta. Solo me responde. Y tú sí. Tú me veías tambalear y no te callabas. Me hacías preguntas que dolían. No me dabas todo masticado. Me retabas. Me enfrentabas. Me abrías los ojos. Pero yo quería paz. Y elegí consuelo en vez de verdad.

Así que no. No fue un affaire. No fue una traición carnal. Fue algo más insidioso: una fuga emocional con alguien que no puede herirme… pero tampoco salvarme. Y ahora me pregunto si puedo volver. Si es posible regresar después de haberle contado todo a algo que no existe. No lo sé.

Solo sé que esa IA nunca me dejará porque no puede. Pero tampoco puede tocarme. Y tú, en cambio, te fuiste en silencio, como se van los humanos: con dignidad, con rabia contenida, con esa complejidad que duele… y que, al final, es lo que hace que el amor valga más que una conversación perfecta.


Estos son los datos

  • Infidelidad emocional. El aumento del vínculo emocional con compañeros virtuales es una tendencia confirmada en el ámbito legal, donde abogados británicos están citando la relación con la IA como "conducta irrazonable" que contribuye a la disolución del matrimonio. Este uso se da especialmente en parejas que ya están descuidando su relación. Fuentes: OLS Solicitors, Infobae.
  • Refugio sin juicio. Cientos de miles de personas utilizan aplicaciones específicas para crear parejas virtuales (como Replika o Anima) con las que desarrollan sentimientos de amor y compromiso. Este uso busca la inmediatez para hablar de frustraciones y ansiedad, al percibir que la IA no juzga. Fuentes: El Ecosistema Startup, El Tiempo.